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sábado, septiembre 04, 2004

Hay que tragar ...

“La que chamaca quedó re-sola y de su barrio querido se fue, pa´ poder comer!, y a mucha honra...”

En verdad, les juro que creí que nadie podría superar a Paulina Rubio promocionando zapatillas “andrea” y pastillas “tic-tac” para salir de sus deudas, y de repente... ¡ay!, de repente me encuentro con este lastímero póster, fue como ver a un niño costilludo, panzón y lombriciento pidiéndome para un taco, allí estaba Fey, la alguna vez consentida del público mexicano, eterna diesciseisañera e ídolo juvenil de los noventas promocionando zapatos y ropucha de ¡¡¡Coppel!!!. De la impresión quedé mudo, y la verdad, sentí pena ajena, Fey, si necesitabas dinero nos lo hubieras pedido y te hacíamos “cooperacha” para que pagaras tus deudas y llenaras la alacena, te lo merecías por habernos hecho bailar y soñar en nuestra adolescencia con tu música vacía y tus coreografías de festival del día de las madres, sólo lo hubieras pedido.
Recuérdame


Analicemos el cartel; si se dan cuenta, flotando en el fondo aparece un tenis “nike” y un zapato negro de charol, pero los zapatos que porta Fey no son de marca, no, son ese saldo de Comercial Mexicana que nadie quiso siquiera tocar. La ropa, no combina, ¿o sí?, mucho menos los zapatejos, y ese pantalón brincacharcos –que era blanco y fue usado por “ustedes saben quién” para limpiar parabrisas de autos, de ahí su mugrienta apariencia-. Detrás, del lado superior izquierdo, bajo el logotipo de “Coppel”, está estampada la auténtica firma de Fey, para que vean que realmente a ella le encaaaaaaaanta ir de compras a Coppel, porque le da crédito. Después de presionar a Fey metiéndole puñados de hormigas rojas en los tenis para que luciera una bella sonrisita, sin conseguirlo, el fotógrafo tuvo una gran idea, y consiguió esa sonrisa angelical después de arrojarle tres billetucos de 50 pesos al suelo (ustedes pueden verlos), iluminando el día de Fey, quién rápidamente cambió de sonriente a pensativa al ir administrando el dinerito en 7 días, hasta cobrar el cheque por las fotos, ¡que precavida la chamaca!, pero la foto ya había sido tomada, inteligente fotógrafo.

No cabe duda que el hambre es cabrona, ¿no quedaron tristes?, yo sí.

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